Demonios blancos

Demonios blancos / Víctor M.M.

38
Inteligencia mediana

Corre como el viento, viejo como la montaña, bello como las estrellas, frío como ninguno, nunca se detiene, pero siempre en sitio alguno —recitó Eliedhorel en el lenguaje común de los humanos, aun con la musicalidad y entonación propia de los elfos.
Dedos, tras escuchar aquel acertijo, paseó su mano derecha unos instantes por la barbilla, y haciendo una mueca de satisfacción respondió:

—El río.
El grupo de elfos allí reunidos aplaudió la respuesta y le felicitó. Era el quinto acertijo de la sesión y el mediano los había acertado todos sin mayor dificultad.
—Bah, son fáciles —repuso él con sobrada superioridad.
De pronto, le vino a la mente un acertijo muy viejo que se recitaba a menudo en su región natal, el Valle del Ancres. Recordó que era uno especialmente complicado, así que creyó que sería conveniente recitarlo allí mismo para asombrar, todavía más si cabe, a aquellos elfos. Se levantó del suelo y alzó una mano, indicando que era su turno y empezó:
—Nadie escapa a su poder, pues devora todas las cosas: plantas, aves, bestias, y personas; roe el hierro, muerde el acero, y pulveriza las montañas.

Los presentes se quedaron pensativos durante largo rato y no supieron qué responder. Algunos le pidieron que repitiera el enunciado, y el mediano así lo hizo. Hubo quien dijo que la solución al acertijo era Nëerla, o incluso Ommerok, pues sin duda se trataba de alguien con mucho poder.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Dedos había conseguido ganarse poco a poco la confianza de un numeroso grupo de elfos de la Comunidad, que le preguntaban continuamente por sus aventuras y conocimientos del Mundo Exterior. Aunque les sorprendió a todos, Dedos había asimilado en poco tiempo el lenguaje de los elfos, de tal modo que era ya capaz de hablarlo con la misma soltura que Avanney y Aristel. Y esto era realmente toda una hazaña, pues era bien sabido por todos que la bardo conocía multitud de lenguajes y variantes, y que Aristel había estado años descifrando manuscritos élficos. Por todo ello, tanto el druida como la bardo, tenían una predisposición natural para aprender el melódico idioma de los elfos.

Dedos les hablaba de las ciudades humanas, sobre todo de Vúldenhard, con lo que aquellos elfos, ávidos oyentes de noticias del exterior, escuchaban cada uno de sus relatos con máxima expectación. Podría decirse que entre el mediano y la bardo se encargaban de animar a los componentes de aquella Comunidad castigada por una maldición de uno de sus ex integrantes: el renegado Alderinel. Otro aspecto que el mediano tenía que atraía a algunos elfos eran sus trucos y juegos de manos. Uno de los trucos favoritos de aquel público era ver como Dedos hacía desaparecer ante las narices de todos ellos algún objeto de poco tamaño —como un pequeño colgante de oro— que colocaba entre sus menudas manos, y luego lo sacaba como por arte de magia del bolsillo de alguno de los espectadores. Aquellas reuniones eran agradables para los elfos, los cuales le gratificaban con acertijos que él siempre resolvía. Ahora, él había planteado uno que había escuchado hacía ya mucho tiempo, cuando era sólo un niño.
—El tiempo —respondió una voz femenina desde fuera de aquel grupo.
Avanney se acercó hasta ellos y puso la mano sobre el hombro de Dedos. Su expresión era seria.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

—Eres un mediano muy inteligente, Dedos —le dijo—. Por lo que he oído, llevas días demostrando tu talento con los acertijos de los elfos.
—Pues tú tampoco te quedas atrás, por lo que veo. Efectivamente la respuesta a mi acertijo era el tiempo, y no era nada fácil —replicó él.
—En realidad, yo ya había oído antes uno muy similar. Mi maestro me lo planteó años atrás —admitió ella con una leve sonrisa—. Tú sin embargo, no puedes haber oído todos esos acertijos élficos en otra ocasión y, no obstante, has acertado todas sus respuestas. Mejor dicho, las has deducido —corrigió.
—Bueno, eso quiere decir que, o bien he tenido suerte, o bien soy un fenómeno —alardeó con una sonrisa que le iba de oreja a oreja—. ¿Tú qué crees, preciosa?
—Lo único que sé es que no eres modesto precisamente, pero esperemos que seas un fenómeno.
—¿Esperemos? —preguntó él—. Mejor di que esperas que lo sea. O mejor, di que deseas que lo sea. O incluso di que sabes que lo soy.
—Todos esperamos que tengas la mente bien despierta, Dedos —le replicó ella.
—¿Todos? ¿Por qué todos? ¿Qué quieres decir con eso?
La bardo adoptó un semblante más serio.
—Le he hablado a Hallednel muy bien de ti. Quiere verte.
—¿Ah, si? —preguntó él con indiferencia—. Pues dile que ahora estoy ocupado. Estoy reunido con mis amigos, gozando de una velada agradable —dijo volviéndose a sentar.
—Sabes que no puedes negarte, mequetrefe. ¡Venga, vamos, esto es serio! —le dijo cogiéndolo por los pliegues de su manto y poniendo de nuevo en pie su menudo cuerpo.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Dedos se alisó las arrugas y se sacudió el polvo de toda su vestimenta, tanto para perder tiempo, como para ironizar en el aspecto de que debía de estar presentable ante el Visionario, que requería su presencia de aquel modo tan inquisitivo.

—¿Y para qué se supone que quiere verme? Pensaba que era invidente —dijo en tono burlesco mientras caminaban al encuentro del Líder Espiritual.
—Escúchame bien, mediano —le espetó la bardo agachándose hasta su altura y con el dedo índice señalándolo continuamente—. No voy a tolerar más esa falta de respeto. Y más te vale colaborar en todo este asunto, por el bien de todos.
—¿Por el bien de quién? —repuso—. Del mío no, por supuesto. No sé qué queréis de mí, pero seguro que yo no gano nada con todo esto —la mirada amenazadora de Avanney fue rápidamente contestada por el ceñudo rostro del mediano—. Yo estoy aquí recluido en esta aldea maldita, obligado a hacer unas tareas que no quiero hacer, y encima, durante mi tiempo libre no puedo disfrutar de una charla agradable con mis amigos sin ser llevado a la fuerza ante Hallednel o Ghalador.
—Las duras tareas de las que hablas las realizan todos los integrantes de la Comunidad, y precisamente las que tú tienes asignadas están muy por debajo de la media.
—Aún así, estoy aquí contra de mi voluntad.
—Nadie te obligó a seguirnos aquel día hasta aquí. Corrías unos riesgos persiguiéndonos y lo sabías. ¿Hubieras preferido morir junto al Sanguinario?
—Bueno, ya está bien de cháchara —concluyó la discusión el mediano—. ¿Qué queréis de mí?
—Es un asunto de suma importancia, te lo explicaremos cuando estemos todos allí —le respondió la bardo.
—Seguro que se trata del dichoso libro, ¿verdad? —aventuró Dedos—. Desde que el druida llegó aquí con sus cacharros que estáis todos dándole vueltas a ese libro, y por lo que he oído, sin demasiados resultados.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Avanney asintió con amargura; Dedos había dado en el clavo. Habían pasado ya cinco días desde que Aristel y Telgarien regresaran a Bernarith’lea, llevando consigo la preciada mercancía que no era ni más ni menos que las pertenencias del propio Aristel. El druida se había encargado desde su llegada de mostrar y enseñar a los elfos de la Comunidad todas sus pócimas y ungüentos, además del cultivo de plantas extrañas y otras cuestiones de similar relevancia. Pero sin duda alguna, era el Libro de Magia Natural lo que más expectación había levantado entre los elfos, y de entre ellos, Hallednel era el más interesado en saber del contenido de aquel libro que había sido escrito por los Elfos Antiguos. El libro estaba escrito en élfico antiguo, y era en cierto modo entendible, pero aparecían signos y runas indescifrables y asociaciones de letras y palabras incoherentes. El druida y el Visionario habían pasado mucho tiempo juntos intentando descifrar aquellos galimatías que impedían la resolución total de cualquier texto, anotación, o dibujo. Ni la sabiduría de Aristel, que había leído cientos de libros de magia, ni el conocimiento de multitud de lenguajes de Avanney, ni el buen hacer del Visionario, fueron suficientes para llegar a entender un sólo fragmento completo de aquel libro.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Derlynë, una joven elfo cuyo peculiar peinado sorprendió a Dedos cuando la hubo conocido —largos cabellos rubios con dos mechones que recorrían su cabeza y se unían por detrás en una larga trenza—, se encargaba de preparar unas tablillas de madera cubiertas por una capa de cera. En ellas dibujaba, utilizando su daga, los distintos símbolos que aparecían en el libro. Estas grafías quedaban marcadas en relieve sobre la cera, de tal modo que Hallednel podía leerlas pasando los dedos sobre la superficie encerada. Estas tablillas podían ser alisadas de nuevo con facilidad para poder ser utilizadas en otras ocasiones, pero el invidente Hallednel tenía en su poder ya más de treinta tablillas escritas.

Evidentemente, él necesitaba tener un registro de aquellos caracteres, de lo contrario, Derlynë debería de escribir cientos de veces los mismos símbolos sobre las tablillas, dado que el Visionario no tenía, ni él ni nadie en el mundo, la capacidad suficiente como para almacenar todo aquello dentro de su mente. Así que unas tablillas se usaban de modo temporal, y otras contenían aquello que ellos convenían que era de suma importancia recordar.

Y todo aquello, todos esos esfuerzos, estaban orientados en lograr que los elfos recobraran la sabiduría y el control de su propia magia innata, y ya no solamente por el propio orgullo de recuperar algo que aún no entendían por qué habían perdido. De ser así, no tendrían tanta prisa en averiguarlo, y sin embargo el tiempo era vital. Lo más desesperante era que quizás, sólo quizás, entender aquel libro era la única esperanza para eliminar aquella horrible maldición y recuperar así la vitalidad y esplendor que Bernarith’lea había tenido no hacía mucho tiempo.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.



§

—Sé bienvenido, Dedos —le saludó el Visionario, a lo cual el mediano inclinó levemente su cabeza hacia abajo al mismo tiempo que realizó una mueca de agradecimiento. Ya no le extrañaba que el Líder Natural reconociera a los presentes sin que éstos se anunciaran, ni que aquellos ojos blanquecinos parecieran mirarle directamente cuando sabía que era imposible que lo hicieran; sabía de los presentes, extrañamente y nunca mejor dicho, por su mera presencia.

A su izquierda estaba la incansable Derlynë, con una de sus tablillas enceradas lista para ser usada como pizarra, y a su derecha estaba Aristel que estaba organizando una multitud de papeles y libros llenos de dibujos y grafías extrañas. El Libro de la Magia Natural estaba abierto por una de sus primeras páginas.
—¿En qué puedo ayudaros, si puede saberse? —preguntó el mediano.
—Has sido traído hasta aquí por el consejo de Avanney —dijo Hallednel.

El Visionario no lo pudo ver, pero en ese momento Dedos dirigió una mirada fulminante a la bardo, que estaba a su lado.
—Dice que tienes una mente despierta —aclaró el Visionario.
—Puede que así sea, pero si me habéis traído aquí para descifrar ese libro de magia, os he de advertir que no tengo el menor conocimiento sobre hechizos, magia u otros temas similares.
—Pero no es el contenido del libro lo que queremos que descifres, mi querido Dedos —intervino Aristel levantando momentáneamente la vista de sus pergaminos—. Y por supuesto, no espero que sepas más acerca de la magia que yo mismo.
—¿Entonces? —insistió Déroter Dostak.
—Por favor, Avanney —rogó Hallednel—, enséñaselo tú.
Avanney cogió el libro, lo cerró y se lo alargó al mediano.
—Sabemos que ya te manejas bastante bien en el lenguaje de los elfos, Dedos. Intenta leer algo de este libro —le invitó la bardo.
Dedos sopesó el enorme libro y casi cayó de bruces. Efectivamente, no sólo era enorme, sino que también era realmente pesado. Tuvo que apoyarlo en una rústica mesa. Pasó las manos sobre aquella cubierta de cuero. Unas letras hundidas en dorado indicaban el título:

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.


Magia Natural

Una cenefa también dorada con motivos florales de ramas y hojas bordeaba toda la tapa. Abrió el libro y las dos primeras páginas estaban llenas de dibujos intrincados, así que las pasó rápido hasta la primera página que contenía texto legible.
Los vocablos eran ligeramente diferentes a lo que él conocía como élfico, pero no le fue difícil traducir lo siguiente:


Estas son las runas de la Madre Naturaleza
éstas son las runas de la Sabiduría
éstas son las runas del Agua
las runas de la Tierra
las runas de la Aire
y las runas del Fuego.
Estas son las runas de la Vida

Este es el Libro de la Magia Natural,
Recipiente de la Sabiduría Eterna
donde los designios de la Naturaleza,
la Magia que rige el Mundo y atraviesa
nuestros cuerpos mortales y espíritus inmortales,
descansa en las palabras de Sabiduría Suprema
que el Maestro debe enseñar a sus discípulos.

Así como el agua extingue el fuego y
la ventisca remueve la tierra,
también el fuego evapora el agua
y la roca detiene el viento.


Al parecer, el texto tenía tres partes bien diferenciadas. La primera hablaba de runas de la naturaleza, relacionándolas con los cuatro elementos, agua, tierra, aire y fuego. La segunda parte hablaba del propio libro, comparándolo como un recipiente que contenía la Sabiduría Suprema. Y la tercera y última parte parecía tratarse de una especie de lema o moraleja, incidiendo en que cada elemento de la Naturaleza era importante, pero ninguno gobernaría jamás a los otros tres. A modo de recuadro, unas runas rodeaban el texto, enmarcándolo.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

—No parece muy difícil de entender. ¿Para esto me habéis hecho venir? —dijo Dedos indignado.
—Muy bien, Dedos. Como dijo Avanney tienes mucha soltura con el élfico escrito —le felicitó Derlynë —. Y ahora continúa, por favor.

Dedos, algo sorprendido, pasó de página. Intentó leer aquello que tenía delante, pero le fue del todo imposible. Comentó con los presentes que las grafías eran élficas a juzgar por su trazado, pero dudó seriamente de que algunas de ellas tuvieran un sentido lingüístico. No parecía posible, por muy antiguo que fuera ese lenguaje, que hubiera perdido por el paso del tiempo aquellos caracteres, sobre todo teniendo en cuenta que en la página anterior acababa de leer todo un párrafo sin mayor dificultad, y en principio se trataba de un mismo idioma.

—Puede que estos símbolos sean usados sólo en la redacción de los hechizos —sugirió el mediano—; que signifiquen algo que sólo tiene sentido cuando únicamente se esté hablando de magia.
—Sí, eso es lo que pensamos en un principio —afirmó Derlynë—. Pero Aristel, que es quien mejor conoce los métodos mágicos, nos ha sugerido que probablemente no podemos leer el contenido útil del libro porque su autor así lo quiso.
—¿Una clave? —preguntó él.
—Exactamente —confirmó el druida—. Existen hechizos de protección para la lectura de pergaminos, o escrituras con tinta invisible, o simplemente, como tú has sugerido, el texto puede estar encriptado en una especie de clave.
—Y me habéis traído aquí para que yo descifre esa clave... —dedujo el mediano.
—Así es —corroboró Derlynë—. Nosotros le hemos dado mil vueltas a este enigma y no creo equivocarme si digo que nuestras mentes están demasiado saturadas. Avanney nos sugirió que quizás tú, analizándolo desde fuera, pudieras aportar alguna idea o reparar en algún detalle que a nosotros se nos haya escapado. En definitiva, pensamos que una mente fresca y ágil como la tuya, puede sernos de utilidad.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Dedos tenía en mente pedir ahora una compensación de algún tipo por colaborar en aquello, como le había insinuado a Avanney poco antes. Pensó en pedir la libertad sin condiciones; poder salir de la Comunidad, por ejemplo. Sin embargo, con el poco tiempo que había habitado allí, pudo saber que la Comunidad se regía más por un código de honor que por unas leyes inflexibles. Así que pensó en que si conseguía ayudar en aquella tarea, la Comunidad estaría en deuda con él eternamente.
Ya pediría cuentas en el momento adecuado.

—Está bien. Lo intentaré —dijo al fin. Y empezó en ese momento la ardua tarea de intentar descifrar el contenido de aquel libro.


§

Estuvo toda la noche leyendo y releyendo, intercambiando opiniones con Derlynë, Aristel, Avanney y el propio Hallednel, pero no llegaron a ninguna conclusión novedosa hasta entonces. Dedos acabó agotado y adormilado. Cabeceó un par de veces, hasta que finalmente su consciencia atravesó la dulce línea de los sueños. Apareció en imágenes mentales el Libro de Magia Natural. Se había obsesionado con el libro hasta un punto que ni él mismo se esperaba. Las páginas pasaban desde el final hasta el principio, una por una y a una velocidad cada vez mayor. Él intentaba leer el contenido, pero no podía. No tenía tiempo. Finalmente el libro se cerró. Las letras doradas de la tapa brillaban en sus sueños con una intensidad cada vez mayor. La luz fue creciendo hasta que desapareció el libro inmerso en aquella blancura. Luego, una imagen borrosa iba haciéndose cada vez más clara. Había retrocedido mucho tiempo atrás. Veía a su tío Broan, el alfarero del Valle del Ancres, sentado en su torno, trabajando. Sus manos estaban como modelando algo, pero en el torno no había nada que modelar. No había arcilla, pero al parecer, su tío no se había dado cuenta de ello. Estaba trabajando en el aire, modelando absolutamente nada. De pronto, su tío Broan levantó la vista de aquel torno y le miró sonriente.
—¿Te gusta lo que estoy haciendo, Déroter? —le preguntó.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Despertó sobresaltado. No sabía explicarlo, pero notó que aquel sueño tenía una relación directa con la resolución del misterio. Era como si su subconsciente se hubiera liberado de las presiones del mundo real y hubiera resuelto el problema por su cuenta. Eso le hizo ilusionarse de nuevo con la idea de que la solución la tenía delante de sus narices.

—No está codificado —aseguró delante de los presentes—. Estoy seguro. La primera página es la clave de todo esto.
—Ya lo habíamos pensado —dijo Aristel—, pero ya hemos investigado por ese camino, y créeme que lo hemos probado todo.
—Las runas de la Sabiduría son las que rodean el texto de la primera página —dijo Dedos.
—Por supuesto —dijo Aristel—. Son las runas de los cuatro elementos, pero no hemos logrado nada con ellas.
—¿No hay un modo de activarlas?
—Créeme que hemos hecho con ellas todo lo que se puede hacer con unas runas, y no se ha descifrado nada.
Dedos pasó sus manos por la cara y por sus ojos soñolientos, y después hizo lo mismo por su caracoleado cabello.
—¡Un momento! —exclamó el mediano—. ¿No se habla aquí de un Maestro y discípulos?
—Así es —afirmó el druida.
—¿Sería sensato que un discípulo leyera este libro y pusiera en marcha por su cuenta los hechizos?
—Desde luego que no —aseguró el druida—. Podría desencadenarse alguna catástrofe.
—Entonces, lo lógico es que este libro esté protegido contra los discípulos, es decir contra los no Maestros —razonó Dedos.
—También lo hemos pensado —intervino Derlynë—. El problema es que aquí no tenemos a ningún Maestro Hechicero que nos diga cómo se lee este libro.
—Supongamos que lo tenemos —sugirió el mediano—, que está entre nosotros. ¿Quién sería? ¿Quién está más capacitado para ser el Maestro Hechicero de esta Comunidad?
—Por su conocimiento de la Magia, éste debería de ser Aristel —aventuró el Visionario.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Dedos hizo un gesto de indiferencia, dejando al resto que pensase un poco sobre el asunto.

—Pero Aristel es humano —intervino Avanney—. Por mucho que nos pese, él no podría enseñar a los elfos acerca de su magia interna, porque él no la posee. En el propio texto lo dice: “[magia] ...que atraviesa nuestros cuerpos mortales y nuestros espíritus inmortales”; refiriéndose implícitamente a los elfos. Aunque no se mencione claramente, sabemos que es así.
—Entonces el más indicado sería Hallednel —dijo Dedos. Ante la mirada interrogativa de los contertulios, preguntó—: ¿Quién mejor que el Líder Espiritual para enseñar acerca de la magia que circula a través del espíritu de los elfos?
—Pero eso es imposible, Dedos —dijo Hallednel—. Yo tampoco he podido descifrarlo, y estoy seguro de que Derlynë ha hecho un buen trabajo con las tablillas y ha reproducido fielmente cada símbolo.

Avanney se adelantó, como si empezara a entender el razonamiento que el mediano estaba siguiendo.

—Pero el hechizo de protección y desprotección no tiene sentido cuando se realiza una copia —razonó la bardo—. Sólo tendría sentido si el Maestro Hechicero leyera sobre el original, pero Hallednel no puede hacerlo porque es invidente.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Aquellas palabras iluminaron las mentes de los presentes y hubo unos instantes de silenciosa reflexión.

—¿Cómo elegís al Líder Espiritual de la Comunidad? —preguntó el mediano—. ¿Pasa el puesto de padres a hijos?
—No —respondió tajante el propio Visionario—. Al contrario que el Líder Natural, el Líder Espiritual se elige por medio de un ritual, al final del cual, el actual Líder Espiritual elige a su sucesor y lo designa como discípulo.
—¿A uno cualquiera? —preguntó Avanney esta vez.
—No. El Líder Espiritual sabe quién es el más indicado —aclaró Hallednel.
—¿Y has elegido ya a tu discípulo? —le volvió a preguntar la bardo.
—Sí. Derlynë es mi sucesora, y como veis, ella tampoco ha podido descifrar El Libro.

Los allí presentes que no eran elfos se sorprendieron, y especialmente Aristel y Avanney se decepcionaron. Se suponía que el sucesor de Hallednel debería, por algún motivo incomprensible, poder entender el Libro de Magia Natural, pero Derlynë ya lo había probado sin éxito. El ambiente decayó al ver que las deducciones del mediano chocaban de nuevo contra el sólido muro que era El Libro, pero Dedos no se daba por vencido.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

—¿Se podría decir que Derlynë es la Líder Espiritual de la Comunidad? —preguntó.
—Claro que no —respondió ella misma—. Mientras Hallednel esté vivo, yo no seré más que su discípula.
Hubo unos momentos de silencio. Por supuesto nadie pensaba que la muerte de Hallednel fuera una solución viable, sobre todo teniendo en cuenta que todo aquello se basaba en suposiciones.
—Si he de sacrificar mi vida por la Comunidad, lo haré —dijo el Visionario interrumpiendo los profundos pensamientos de todos.
—Creo que no será necesario —aclaró Dedos—. Supongamos que Hallednel haya muerto ahora mismo, ¿qué sucedería entonces?
—Se incinerarían mis restos mortales, y se iniciaría la ceremonia de proclamación del nuevo Líder Espiritual, en este caso, Derlynë.
—¿Y en qué consiste el ritual exactamente? —preguntó Avanney.
—Se esperaría al anochecer —dijo el Visionario—. Pondrían en mi cuerpo inerte las Sagradas Vestiduras del Ocaso de Nëerla, que es una toga oscura con un sol rojo y unas motas brillantes que simbolizan las estrellas y la luna. Embadurnarían mis restos con aceites aromáticos y Derlynë iniciaría los cánticos de Pacificación del Espíritu. El resto de la Comunidad acompañaría con sus coros. Luego, cuando los últimos rayos de sol estén desapareciendo, me incinerarían. En el momento en que la antorcha hiciera arder la pira funeraria, se recitarían los cánticos de la Liberación del Espíritu. Derlynë sería de nuevo la encargada de hacerlo.
—¿Y eso es todo? —preguntó Aristel—. Tengo entendido que realizáis ese ritual ante la muerte de cualquiera de los componentes de la Comunidad, sólo que con dos excepciones: la inclusión de las Sagradas Vestiduras del Ocaso, y que en otro caso serías tú, el actual Líder Espiritual quien estuviese al cargo de los cánticos.
—No, eso no es todo —interpuso Derlynë—. Sus cenizas se guardarían en el Recipiente Eterno. La Comunidad pasaría toda la noche en vela esperando al amanecer. En ese momento, cuando asoman los primeros rayos de sol, yo debería de tumbarme en el suelo y colocar en él, detrás de mi cabeza el Recipiente Eterno. Todos los integrantes de la Comunidad se dispondrían en círculo a mi alrededor y entre todos colocarían las Cenizas Sagradas sobre mi cuerpo desnudo, en señal de aceptación. Con ello, la energía del antiguo Líder Espiritual entraría en mi cuerpo y estaría capacitada para dirigir Espiritualmente a esta Comunidad.
—¿Y luego? —preguntó interesado Aristel.
—Bueno, luego las cenizas se esparcen en el suelo de la Comunidad —respondió Hallednel.
—¿No las guardáis en ese Recipiente Espiritual? —preguntó Dedos.
—Eterno —corrigió Derlynë—. Y no, ya no tiene sentido guardarlas —respondió—. Sólo son cenizas. El espíritu del Líder Espiritual las ha abandonado y su energía y sabiduría han pasado ya al cuerpo del nuevo Líder Espiritual. Lo que haga el viento de las cenizas no es de nuestra incumbencia.
—Entonces el Recipiente Eterno lo guardáis siempre vacío, imagino —supuso Dedos.
—Así es —aseguró Hallednel.
—¿Y después qué ropas te pondrías? —preguntó el mediano dirigiéndose a la bella elfo pretendiente a Líder Espiritual—. Porque si estás desnuda cuando te desprendes de las cenizas, luego te vestirás con algo, supongo.
—Así es, lo había olvidado. El final del ritual concluye vistiendo al nuevo Líder Espiritual con las Sagradas Vestiduras del Amanecer. Son de azul claro con un sol grande y dorado. Estas vestiduras deben llevarse hasta que la luna vuelva a estar en plenitud —explicó Derlynë.
Fue entonces cuando Aristel intervino, mirando al mediano.
—¿Estás insinuando que debemos hacer un simulacro del ritual para proclamar a Derlynë Líder Espiritual? —le preguntó—. ¿De dónde sacaríamos las cenizas?
—¡Nunca! —se interpuso Derlynë—. ¡Eso sería sacrilegio!
—Tranquila, Derlynë —dijo Avanney—. Algo me dice que este mediano tiene otra cosa en mente.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Dedos dio un par de vueltas alrededor de la mesa donde se encontraba abierto el Libro de Magia Natural. Apoyó las manos en la rústica mesa y clavó su mirada en el texto que estaba envuelto con las runas mágicas y de pronto, su pensamiento voló de nuevo hacia su valle natal. Estaba reviviendo el corto sueño que había tenido poco antes. Su tío Broan continuaba empeñado en modelar el aire con sus manos. De pronto, como un relámpago que ilumina la noche más oscura, apareció en su mente algo que, creyó entender, explicaba de qué iba todo aquello.

—Cuando pasa el tiempo de luto... —empezó a preguntar el mediano.
—No es un tiempo de luto —le corrigió rápidamente Hallednel—, es el período de tiempo que tarda el cuerpo en asimilar la energía recibida por el antiguo Líder Espiritual. Las Sagradas Vestiduras del Amanecer ayudan al nuevo Líder Espiritual a asimilar esa energía. Sólo cuando hay luna llena se completa realmente la fusión de las energías, y por tanto, el traspaso de poderes.
—Bueno, pues eso —continuó Dedos después de la interrupción—. Cuando pasa ese tiempo y se consuma el paso de poderes, supongo que habrá objetos personales que también heredará el nuevo Líder Espiritual, ¿no?
—Así es —reconoció el Visionario—. De hecho todas las pertenencias pasan de Maestro a discípulo.
—Incluido el Recipiente Eterno... —aventuró Dedos.
—Exactamente —le corroboró el Visionario.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Dedos cogió una de las tablillas enceradas y le pidió la daga a Derlynë, la cual se la ofreció gustosa. El mediano hundió suficientemente la punta sobre la parte encerada y empezó a realizar un dibujo.

—¿Y no tendrá por casualidad esta forma el susodicho recipiente? —preguntó alargando el dibujo hasta Hallednel para que lo reconociera pasando sus esbeltas manos por el relieve encerado. El resto se acercaron para ver el dibujo. Era una especie de jarrón achaparrado con un cuello mucho más estrecho que su boca. Dos líneas horizontales asemejaban dos cenefas en el recipiente. A pesar de la expectación que estaba generando el mediano, todos observaron que Dedos tenía una gran mano para el dibujo, y además zurda, como observó Avanney. El trazo era casi perfecto y el dibujo prácticamente simétrico.

—Es exactamente así, Dedos —confirmó el Visionario a los presentes tras pasar sus finos dedos de elfo sobre el encerado.
—¡Maldito ladronzuelo! —exclamó enfurecido Aristel—. ¿Has estado fisgoneando en los aposentos del Visionario? ¿Cómo te atreves? ¿Es que quieres pasarte el resto de tus días pudriéndote en el interior de la jaula?
—Muy agudo, amigo Dedos —observó Avanney—. Ahora acabo de darme cuenta.
—¿Cuenta de qué? —preguntó airado el druida, que no entendía nada.
—Mi túnica —explicó Hallednel señalando un pequeño motivo bordado en rojo que se repetía a lo largo de la prenda—. Ese dibujo es como cada uno de estos recipientes bordados, que a su vez representan el Recipiente Eterno. Lo que no entiendo es qué tiene que ver todo esto con el Libro.
—¡Todo! —exclamó Dedos excitado—. ¡Mirad de nuevo la primera página!
Todos se amontonaron esta vez sobre la mesa, para observar aquel texto por enésima vez.
—¡Por Arkalath bendito! —exclamó Avanney ante la sorpresa del resto—. ¡Lo hemos tenido delante de nuestras narices todo el tiempo! ¡El Recipiente Eterno!
—¿De qué estas hablando, bardo? —preguntó indignado el druida— ¡Explícate, vamos!
Avanney cogió el Libro y se lo llevó unos pasos más allá. Cuando pensó que se había alejado lo suficiente, lo abrió por la misma página y la enseño desde allí.
—¿Lo veis ahora? —preguntó a Derlynë y Aristel.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

Desde lejos, las palabras se confundían, sobre todo ante la visión del druida, que distaba mucho de equipararse con la de un elfo. Y con esta confusión, las palabras se apelotonaban y el párrafo era ahora una mancha lejana. ¡Una mancha que tenía la forma de un jarrón achaparrado con dos cenefas horizontales!

—¡El Recipiente Eterno es la llave! —exclamó Aristel.
—¡No! —negó rotundamente Dedos—. ¡La llave es la túnica!
—Tiene razón —admitió Avanney—. Un Líder Espiritual no llevaría nunca encima el Recipiente Eterno para leer un libro. ¿Es cierto o no que la túnica, además de pasar a manos de Derlynë, también deberá de ser usada como vestimenta habitual?
—Tan cierto como que los árboles tienen raíces —respondió Hallednel—. De hecho, el Recipiente Eterno debe estar siempre bajo llave hasta su próximo uso, y sin embargo esta túnica es una prenda imprescindible para el Líder Espiritual.
—Entonces... —empezó a recitar Aristel para que otro acabara su frase, temeroso de volver a fallar en sus juicios que ahora le parecían tan evidentes.
—Entonces —aclaró Hallednel—, sólo el portador de la túnica del Líder Espiritual puede leer el libro, a excepción de mí mismo, puesto que soy invidente —dijo con cierto pesar.
—Bueno. Aún no lo sabemos con certeza —dijo Derlynë para animarle. Había notado en el Visionario ese aire desencantado del que no se ha creído estar a la altura de las circunstancias. Si el antiguo Líder Espiritual hubiera elegido a otro en lugar de un invidente, tal vez hubieran resuelto aquello mucho antes.
—Pues ya es hora de averiguarlo —dijo el Visionario mientras se quitaba la túnica. Todos lo miraron en silencio. Cuando acabó, se la tendió a su discípula y le dijo—: Toma esta túnica y úsala con sabiduría, pues esta túnica es mucho más que un símbolo; es la responsabilidad de enseñar El Buen Camino a la Comunidad y mantener en paz sus espíritus.

38. Inteligencia mediana

Demonios blancos / Víctor M.M.

A Derlynë le temblaron los brazos, pues iba a ejercer de Líder Espiritual mucho antes de lo que esperaba. Se puso la túnica inmediatamente, aunque con cierta indecisión. Cerró los ojos e inspiró hondo. Seguramente era el primer elfo que se colocaba aquella túnica estando su Maestro todavía en vida. Se sintió de pronto como un buitre carroñero, usurpando un poder que no le correspondía. Pero no tuvo mucho tiempo para indagar en aquellas cuestiones, pues Aristel ya le había colocado el Libro entre sus brazos. Cogió fuerzas y abrió el pesado libro, y vio maravillada cómo las grafías ilegibles se tornaban ahora legibles y todos aquellos párrafos empezaban a cobrar sentido. Incluso en los dibujos había líneas que se borraban y otras nuevas que aparecían. La elfo pasaba las hojas y vio que en todas ellas se estaban realizando los cambios. Miró a sus compañeros asombrada y pudo deducir que, efectivamente, sólo ella se daba cuenta de la transformación de los símbolos.

38. Inteligencia mediana

“Demonios blancos” y la portada del presente libro son obra de Víctor Martínez Martí y se encuentran bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.
Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/.

By Víctor Martínez Martí @endegal